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enero 24, 2025En el camino de la transición energética hacia una economía baja en carbono, la energía eólica es un vector de transformación clave. Gracias al viento, se puede generar electricidad de una forma limpia, segura y eficiente, puesto que no genera emisiones de carbono y no requiere un consumo permanente de materias primas, que en muchas ocasiones es necesario importar, para su operación.
España es, históricamente, uno de los países que ha aprovechado el potencial del viento para alimentar su red energética. Así, ya en 2023 —todavía el último año sobre el que tenemos datos completos—la eólica fue «la primera fuente de generación eléctrica», según datos de la Asociación Empresaria Eólica (AEE). Con una potencia instalada total de 30.425 MW, ha sido capaz de cubrir el 24% de la demanda eléctrica anual del país. En la carrera por afianzar las energías limpias, otros muchos países están siguiendo este camino, apuntalando a la eólica en su mix energético.
Pero para conseguir generar esta energía limpia y renovable no solo se necesita la presencia del viento con unas determinadas condiciones, sino que también se precisa una infraestructura que sea capaz de convertir esta fuerza motriz en electricidad. Es ahí donde entran en juego los aerogeneradores (también llamados turbinas eólicas o generadores eólicos).
Según los registros más recientes, en el año 2023 existían en España unos 22.210 aerogeneradores, repartidos por 1.371 parques eólicos y por prácticamente toda la geografía española, si bien su distribución se ajusta a las zonas con mayor presencia del viento. Hoy en día, los parques eólicos forman parte del paisaje y los aerogeneradores están presentes en el horizonte.

¿Cómo es un aerogenerador?
Existen diferentes tipos de aerogeneradores, si bien los más comunes son los de eje horizontal, que pueden verse en la mayoría de los parques eólicos en España. Su tamaño y potencia han ido aumentando progresivamente conforme a la evolución del desarrollo tecnológico. Desde los primeros modelos iniciales de 300 kW y 30 m de diámetro de rotor a finales del siglo XX, se ha llegado hasta modelos terrestres de 7,2 MW, con un rotor de 172 m de diámetro. Y las turbinas empleadas en la eólica marina son incluso mayores.
Un aerogenerador está compuesto de las siguientes partes fundamentales:
- Torre. Estructura tubular vertical que permite situar los elementos de generación a la altura adecuada para su operación. Es más alta cuanto mayor es el diámetro del rotor.
- Nacelle o góndola. Situado en la parte superior de la torre, alberga todos los elementos necesarios para la generación de energía eléctrica. Así, contiene la multiplicadora, que permite aumentar internamente la velocidad de giro del eje; el generador, que transforma la energía cinética en electricidad; o los cuadros eléctricos de control e instrumentación.
- Rotor. Es el elemento móvil, que gira por acción del viento. Está formado por las palas y un buje central donde se insertan para conectarse al eje principal, que permite la transformación de la rotación en energía eléctrica.
- Palas. Lo habitual es que los aerogeneradores cuenten con tres palas, que son las encargadas de hacer girar el rotor, capturando la fuerza del viento debido a su forma aerodinámica.
La mayoría de los materiales que forman el aerogenerador son muy valiosos, y por ello deben ser reciclados al final de su vida útil, estimada entre 20 y 25 años de servicio. Hasta la fecha, el elemento que planteaba más dificultad para su reciclaje eran las palas, que están formadas mayoritariamente por composites de fibra de vidrio, carbono y resinas, por lo que se procedía a su eliminación.
Desde la perspectiva de la economía circular, ENERGYLOOP ha desarrollado una solución de tratamiento que permite la recuperación de la totalidad de los materiales que forman las palas, dándole nuevas utilidades como materias primas en diferentes sectores industriales.
Así funciona un aerogenerador
El viento es un recurso local e inagotable. Su aprovechamiento proporciona una fuente de energía renovable de muy bajo impacto y sostenible.
El proceso para transformar la fuerza del viento en energía eléctrica se desarrolla en dos fases: primero obteniendo energía cinética por rotación del rotor y del eje horizontal, y en segundo lugar transformando esta energía en energía eléctrica.
Los aerogeneradores se sitúan siempre contra el viento para así obtener el máximo aprovechamiento posible. Para ello, cada aerogenerador cuenta con un sistema de control que se encarga de orientarlo.
El viento se encarga de hacer girar las palas: un viento suave (a partir de 10 kilómetros/hora) es suficiente para iniciar el movimiento (los aerogeneradores solo se paran cuando se superan los 90 km/hora por cuestiones de seguridad). Ese movimiento se transmite a un eje horizontal, cuya velocidad de giro es aumentada de forma muy importante a través de la multiplicadora.
Es el giro de este eje rápido el que mediante la ayuda de imanes produce la energía eléctrica en el interior del generador, transformando así la energía cinética en electricidad. Desde ahí, la electricidad irá a parar (tras pasar por una subestación transformadora) a la red de distribución que lleva electricidad a hogares, empresas y demás usuarios.